Todo comenzó en 2014 con Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, cuando se dieron el sí quiero un 1 de Febrero, en Gstaad (Suiza), bajo una intensa nevada.
La segunda en hacerlo ha sido Marta Ortega, la hija de Amancio Ortega (Inditex), quien ha pasado por el altar en Invierno.
¿Qué ha cambiado para que las novias ahora se planteen esta fecha para casarse? Pues que ellas ahora pueden ver las posibilidades que una boda de invierno tiene a nivel decoración o de estilismo, ahora que se le da tanta importancia a la decoración floral, se pueden hacer cosas maravillosas. La decoración navideña, por ejemplo, da mucho juego. Los vestidos de las novias también son espectaculares (capas, abrigos, algún detalle en piel…).
Los menús de boda también se ven alterados. No es lo mismo casarse en pleno mes de julio, con cuarenta grados, que en diciembre. En ese sentido, los caterings pueden lucirse un poco más: en invierno la gente come más, en verano con el calor apetece menos. Además, durante esos meses hay una gran saturación de eventos, mientras que en invierno al ser menos se disfruta más.
Las bodas suelen ser a mediodía, por lo que son más largas y se nota un gran cambio, por ejemplo a la hora de las bebidas. Durante las bodas de invierno se bebe mucho más vino tinto y más copas, y en verano lógicamente se tiende más a bebidas frescas y ligeras.
La Luz, que en invierno es más suave y enigmática, y los espacios de celebración, con castillos, masías y montaña, son los últimos elementos que intervienen en una boda que promete ser mágica.